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La invasión a Estados Unidos… fue sólo un videojuego

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POR Alejandro Alaluf |

Corea del Norte siempre es un favorito malévolo en el mundo de los videojuegos. Acá algunos ejemplos.

El año 2011, un poco conocido videojuego de disparos en primera persona titulado Homefront ofrecía una interesante premisa: es el año 2027. Y a través de un video introductorio al juego, vemos cómo a partir del año 2013, las dos Coreas son unificadas por Kim Jong-Un. Posteriormente, el poderío de la nueva Corea unificada asume el control de la región y conquista Japón. Con el correr de los años, el poder coreano crece hasta que, tras una serie de coyunturas globales, comienza una invasión en tierra norteamericana desde el Océano Pacífico. El juego se sitúa justamente tras la invasión, centrado en un grupo de ciudadanos norteamericanos que se arma como guerrilla para contrarrestar el brutal dominio coreano.

El juego no era malo, aunque claramente lo que más destacaba era su interesante premisa, que fue escrita nada menos que por John Millius, semi conocida figura hollywoodense, que durante los ochentas fue el responsable en la dirección de fantasías cinematográficas como Conan, El Bárbaro y la Amanecer Rojo original de 1984, además de ser el guionista de Apocalipsis Ahora, entre otras producciones. Fue tanto el impulso, que Millius incluso escribió un libro complementario a la historia del juego, titulado Homefront: The Voice of Freedom, que exploraba a través de periodistas, los primeros días de la ocupación coreana en suelo americano. El tema para Millius vemos que es recurrente.

Originalmente, la discusión sobre quiénes debían ser los villanos invasores del juego primero estaba enfocada en los chinos, pero la idea tuvo que ser desechada, ya que Corea del Norte tenía mucho más posibilidades de ser una amenaza real en el futuro cercano. Millius no se equivocó. Acaso por coincidencia, las tensiones en la región efectivamente hicieron eco en los medios lo que, sumado a la campaña de marketing del juego, generó algo de paranoia en algunos sectores. De hecho, el juego fue derechamente censurado en Corea del Sur, por mostrar al país de manera unificada bajo dominio del norte.

Evidentemente, no es el único juego que de alguna u otra manera, se sitúa bajo la sombra de una posibilidad bélica con Corea del Norte. En términos de ambientación son varios los juegos que se pasean por ese territorio, con títulos hoy clásicos como el Ghost Recon 2 (2004) o Splinter Cell: Chaos Theory (2005), basados en las novelas de Tom Clancy, o la vieja saga táctica Spec Ops: Green Berets (1999). El título más reciente que se ambienta en Corea del Norte es el Battlefield 4, de Electronic Arts, cuyo mapa multijugador “Propaganda”, se sitúa en las estrechas calles de Pyongyang.

Ahora, evidentemente que Corea del Norte, a su vez, también posee una escena de videojuegos. Precaria, por supuesto, pero existe. Juegos como Hunting Yankee, uno de los títulos más recientes desarrollados en el país, se nutre de clásicos de disparos occidentales como Call of Duty o Counter-Strike para replicar la misma experiencia bélica donde, obviamente, ahora son los militares norteamericanos los enemigos en la aventura, y en donde claramente se hace eco de la antipatía del país hacia los EE.UU. Pero no es el único. Existen otros juegos, menos confrontacionales, como el recientemente editado Soccer Fierce Battle que, lógico, trata de clonar el éxito de franquicias futbolísticas como el FIFA o el Pro Evolution Soccer.

También existen ejemplos algo más clásicos dentro de Internet, como el Pyongyang Racer, un inocente y curioso juego flash desarrollado el 2012 (y disponible en línea) por estudiantes de la Universidad Tecnológica Kim Chaek, donde hay que manejar un auto coreano –un Hwiparam II– por las calles de la ciudad. Fuera de eso, el resto de la experiencia gamer en Corea del Norte se sustenta principalmente en juegos flash de dudosa calidad para dispositivos móviles.