En China los muertos se quedan sin espacio
El gobierno chino impulsa medidas —algunas drásticas— para ahorrar espacio en los cementerios.
Esparcir las cenizas de una madre, de un hermano o de un abuelo al lado de las raíces de los árboles, adentro de la tierra, o en el medio del océano. Esa es la propuesta del gobierno chino para disminuir la cantidad de tumbas y nichos que siguen creciendo en todo el país. El objetivo, en el fondo, es claro: que los muertos no ocupen espacio.
En el país más poblado del mundo —viven casi 1.400 millones de personas— encontrar un lugar para los muertos se está convirtiendo en un problema. Cada año se ocupan cerca de tres millones de lotes y se calcula que en 2022 ya no quedarán lugares disponibles. Los muertos, entonces, serán demasiados, y se quedarán sin tierra. Por eso, el Ministerio de Asuntos Civiles está tomando medidas: en marzo estableció como objetivo nacional que la mitad de los entierros sean ecológicos en 2020. Para promoverlo, el gobierno está pagando subsidios a las familias que los elijan, pero también tomará decisiones duras.
Defender un ataúd
Una montaña de ataúdes a punto de ser destruidos. Ese fue el saldo que quedó en Jiangxi, una provincia rural del sureste de China, luego del fin de semana pasado. Allí, en las aldeas que se encuentran entre arrozales, ríos y montañas, funcionarios del gobierno confiscaron todos los ataúdes que encontraron, ya que a partir de septiembre solo se permitirá cremar a los muertos.
En las zonas rurales de China la tradición es enterrarlos y por eso las familias —muchas de ellas pobres— ahorran dinero durante años para comprar un ataúd. La tradición es fuerte: hay personas que los diseñan a medida, y los guardan para que traigan longevidad y buena suerte. Algunas de ellas han recibido una compensación por entregarlos, pero otras no han aceptado. Por eso, cuando los funcionarios intentaron quitárselos a la fuerza, se resistían, se acostaban adentro de ellos para salvarlos.
Una pareja de más de setenta años, que vivía en una aldea de Jiangxi, fue una de las damnificadas, ya que también les quitaron los ataúdes que guardaban en su casa. “Esos ataúdes habían estado con mis abuelos durante más de 30 años, y fueron hechos por carpinteros que usaban madera de nuestra propia tierra”, dijo su nieto de 29 años al South China Morning Post.
En China, el hecho no pasó inadvertido. Medios estatales calificaron la iniciativa de “bárbara e impopular”. Sin embargo, esta no ha sido la primera vez que se han tomado disposiciones similares. En 2014, en el sudeste de China, en la provincia de Anhui, el gobierno anunció que solo se permitiría cremar a los muertos. Según The Beijing News al menos seis ancianos se suicidaron antes de que se aplicara la medida. Querían asegurarse de que serían enterrados.
Mientras que en las zonas rurales intentan defender sus tradiciones, su sueño de ser enterrados, en las ciudades chinas ser dueño de un lote en el cementerio se está volviendo cada vez más costoso. En el futuro, la posibilidad de tener un lugar en la profundidad de la tierra será para pocos.