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Flygskam: la vergüenza de volar

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POR Alejandro Alaluf |

En las últimas semanas, un nuevo concepto se está popularizando en Europa y tiene que ver con los pasivos ambientales que deja la industria aeronáutica y, por extensión, quienes deciden viajar a través de ella.

Greta Thunberg, la popular activista sueca de 16 años, es una de las invitadas más interesantes que tendrá la cumbre sobre cambio climático, COP25, que se realizará en diciembre en Chile. Pero un detalle que llama la atención es que Greta realizará el viaje a Sudamérica por vía marítima y no por avión, que es el medio más eficiente en tiempo. De hecho, para participar en el Foro Mundial de Davos y en su gira por dos semanas a través de Europa, Thunberg hizo todos sus recorridos en tren.

Esta decisión, en todo caso, no obedece a tiempo libre ni a un concepto de “hipsterismo”: tiene que ver, justamente, con el cambio climático, ya que viajar en avión es una de las formas más críticas de polución al medio ambiente.

El tema en Suecia no es nada menor. Acostumbrados a ser considerados los “frequent flyers” de Europa, hoy la sociedad sueca ha cambiado drásticamente esa noción. Hoy el viajar en aviones se asocia al concepto de “flygskam”, cuya traducción podría ser “la vergüenza de volar”. Tal cuál. aunque al hashtag alternativo #IStayOnTheGround (me quedo en tierra) también funciona y es trending topic constantemente en Europa.

La idea, que se ha popularizado en la sociedad sueca como si fuese un fenómeno pop, y que ha sido esgrimido por diversas celebridades de ese país, tiene que ver derechamente con la huella de carbono que se genera al viajar en avión.

Es el clima, estúpido: Con tan sólo 16 años, la activista Greta Thunberg ha sido una de las principales impulsoras en Europa del concepto “flyksgam”, o la vergüenza de volar.

Para hacer la comparativa, según datos de la Agencia Ambiental Europea, al viajar en tren un pasajero puede llegar a emitir 14 gramos de dióxido de carbono (CO2) por km. En comparación, un viaje en avión puede generar hasta 285 gramos de CO2. Pero eso no es toda la contaminación que puede producir un avión comercial. Además, los aviones queman combustible y liberan óxido nitroso, otro tipo de gases invernadero que polucionan el planeta, especialmente considerando que las reacciones químicas de estos gases se suceden en la atmósfera, donde el impacto puede llegar a ser aún mayor. Sin ir más lejos, el 2018 fue el año más caluroso de toda la historia en Suecia, con incendios que incluso llegaron al círculo ártico.

De hecho, el regulador europeo de seguridad aérea planea justamente clasificar a las aeronaves según las emisiones de carbono y la contaminación que produzcan, ya que los pasajeros están comenzando a solicitar mayor información sobre el impacto ambiental de los vuelos.

Sin embargo, Greta Thunberg no es la única personalidad sueca que está enarbolando el “fygskam”. Junto a ella, también se han sumado a la causa nombres como el de Björn Ferry, medallista olímpico y mundial de biatlón, quién también se ha hecho más reconocido debido a su negativa a volar a eventos deportivos vía aérea, para hacerlo por tren. También la madre de Greta, la cantante lírica Malena Ernman, manifestó que dejará de viajar en avión y, en vez, lo hará por tierra para llegar a sus compromisos artísticos. 

¿El resultado? Sólo durante el primer trimestre de este año, la demanda por vuelos en Suecia ha decaído sobre 4,5%, según manifestó Rickard Gustafson, jefe de la aerolínea sueca SAS. Eso es algo así como 400 mil pasajeros menos.

El tema, por cierto, ha traspasado fronteras, ya que tanto en el parlamentos holandés como en el francés se está discutiendo el tema y el impacto de actual de los vuelos aéreos. Y las palabras-concepto se siguen sucediendo en sus respetcivos idiomas: “lentohapea” en Finlandia, “vliegschaamte” en Holanda y “flugscham” en Alemania.