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Las playas que se van extinguiendo

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Agencia Uno
POR Periodista Practicante |

En Chile, el 80% de las playas está disminuyendo su extensión producto del cambio climático. Algunas pierden centímetro a centímetro y otras a metros agigantados. El hombre es un responsable.

Hombres y mujeres hemos contribuido a que la Tierra se caliente. El 97% de los estudios científicos que se han publicado en los últimos años apuntan al humano como el principal causante de esta catástrofe global.

Según un estudio realizado en 2018 por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA), el 24% de las playas arenosas de la Tierra se están erosionando.

Chile no es la excepción. Es más, el porcentaje de sus playas erosionadas mundo es mucho más elevado. Este diagnóstico es parte del estudio “Determinación del riesgo de los impactos del cambio climático en las costas de Chile”, encargado por el Ministerio de Medio Ambiente y encabezado por el académico de la Universidad de Valparaíso Patricio Winckler. Reveló que el 80% de las playas chilenas presentan niveles de erosión moderada o alta debido al cambio climático.

“Estos fueron básicamente los primeros resultados. El Ministerio de Medio Ambiente está muy interesado en saber cuál va a ser el futuro turístico de estas playas”, afirma el ingeniero civil en conversación con Voces de la Gran Ciudad.

Playas cada vez más pequeñas

La erosión en las playas se refiere al retroceso de la línea de la costa, es decir, una disminución en la distancia que separa al mar del límite de la arena. Esto significa que esa porción de playa donde se ponen la toalla y el quitasol se está haciendo cada vez más pequeña.

Según el Ministerio de Medio Ambiente, existe erosión moderada cuando este retroceso varía entre los 20 y 140 centímetros al año. En caso de superarse esta cifra, y alcanzar el desgaste una distancia superior al metro y medio, se habla de una erosión alta.

Un ejemplo de esta situación se puede encontrar en Punta de Lobos. Según Winckler, “después del terremoto del 2010, al cabo de unos meses, la erosión fue del orden de 50 metros”. Esto trae consecuencias también para los propietarios de terrenos cercanos a la costa, ya que muchos actualmente “están pagando contribuciones por agua”, señala el académico.

Las imágenes que no mienten

Para realizar el estudio, se analizaron 35 playas de la zona centro y norte de Chile. Con esto se concluyó que en 28 de ellas existen niveles de erosión moderada o alta. Entre las más afectadas estarían las localidades de Algarrobo, Santo Domingo, Hornitos y Pichilemu.

Por ejemplo, en la playa de Hornitos, en la Región de Antofagasta, la línea de la costa ha retrocedido a una tasa de 2,6 metros al año, es decir, casi 34 metros se han perdido en los últimos 13 años.

Pero también hay excepciones. Hay playas donde ha aumentado su superficie, un fenómeno que se llama “estado de acreción”, explica el experto. Ocurre, por ejemplo, en las playas El Encanto (Región de Valparaíso), Tubul (Región del Biobío) y Llico (Región del Maule).

“Tubul es una playa muy chiquitita”, cuenta Winckler. “Producto del terremoto de 2010 todo ese terreno se levantó y la playa creció, pero al cabo de unos años lo que estamos viendo, a través de los estudios, es de nuevo el proceso erosivo. Es decir, a pesar de que hubo un incremento en el tamaño de la playa por efecto del terremoto, ahora estamos teniendo el efecto contrario por las marejadas y el aumento en el nivel del mar”, dice.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores pertenecientes al consorcio de universidades Católica de Chile, de Valparaíso, Playa Ancha, Católica de Valparaíso y Católica del Maule realizaron un trabajo que buscó reconstruir históricamente la línea del litoral, para lo cual se debió usar fotografías aéreas de varios años con distintos levantamientos topográficos.

Las precauciones necesarias

Patricio Winckler enfatiza que existen dos puntos importantes en los cuales las autoridades a nivel nacional pueden tener injerencia.

En primer lugar, se deben establecer instrumentos de planificación territorial que consideren a la zona costera como un territorio móvil. “Las playas no son fijas. No es llegar y construir un edificio arriba de una playa, porque esa playa se va a terminar erosionando”, explica.

Además, existen ciertos lugares como los cercanos a los humedales, que son muy sensibles ante la intervención del desarrollo urbano. Construir sobre roca no es lo mismo que construir sobre un humedal. “Esos lugares tienen un rol super importante en todo lo que es la dinámica costera y la parte biológica”, aclara. Por eso, asegura que los instrumentos de planificación debieran tener esto en consideración.

El segundo punto fundamental hace referencia a las obras particulares de infraestructura costera que se realicen. Según el experto, siempre se debe considerar que las playas son elementos flexibles, que se van adaptando y se van moviendo.

“Hay un concepto que se habla mucho, que es el de borde costero, pero el borde costero es un borde difuso. Es un borde que va cambiando de forma sistemática. Entonces cuando se desarrolla una obra de infraestructura dura, hay que considerar cuáles son esas regiones que están afectas a las dinámicas oceánicas y dejar de tocarlas”, señala Patricio Winckler.

¿Y ahora qué?

Esta fue solo la primera parte del estudio, cuenta el académico. Aún los investigadores deben analizar el impacto del cambio climático en los demás ecosistemas costeros de Chile. Así, los puertos, las caletas de pescadores, los humedales y las ciudades son los siguientes lugares por evaluar.

“La idea es llegar a un punto donde podamos cuantificar económicamente el impacto del cambio climático en estos sistemas. Y eso lo tenemos, espero, de cara a la COP25”, comenta Winckler. 

Revise la entrevista completa de Patricio Winckler en Voces de la Gran Ciudad:

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