El bienestar y el malestar de las ciudades
Ocho urbes fueron escogidas por la Corporación Ciudades para un trabajo en materia de desarrollo y fomento territorial. Los pilares son tres: medioambiente, infraestructura y accesibilidad.
Hoy en día, según el Banco Mundial, el 55% de la población global vive en áreas urbanas.
Sin embargo, en Chile este porcentaje se dispara considerablemente: aproximadamente nueve de cada 10 ciudadanos vive en zonas urbanas.
Enmarcada en este contexto, y atestiguando la desigualdad que existe dentro de un mismo territorio, la Corporación Ciudades —agrupación al alero de la Escuela de Arquitectura UC, la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) y Techo— escogió ocho urbes chilenas donde, mediante mesas público-privadas, se buscará fomentar el desarrollo y crecimiento urbano.
Basada en la información que se recabó para realizar el Atlas de Bienestar Territorial, la campaña #Cambiemoselmapa en Twitter vendría a repensar el modo en que se distribuyen los servicios en las ciudades. “Al territorializar la información, nos damos cuenta de cómo sectores de la ciudad presentan un muy buen bienestar territorial, dependiendo de los beneficios y cantidad de servicios que ellas poseen, pero otras zonas no cuentan con ese mismo estándar. Y eso hay que tratar de cambiarlo”, explica Juan Manuel Sánchez, director ejecutivo de Corporación Ciudades.
El Gran Santiago presenta alta inequidad en el territorio. Según nuestro Atlas de Bienestar Territorial, 1.901.965 personas viven en zonas de bajo bienestar. Que los datos nos lleven a la acción #cambiemoselmapa pic.twitter.com/ZrfCbQ3xJN
— Corporación Ciudades (@CCiudades) November 29, 2019
Las urbes elegidas
Considerando tres dimensiones fundamentales —ambiental, de infraestructura y de accesibilidad—, se analizaron en una primera etapa, manzana por manzana, un total de 22 ciudades, para luego escoger aquellas con más altos niveles de inequidad dentro de sus territorios.
Arica, Antofagasta, Coquimbo–La Serena, Valparaíso, Concepción, Santiago, Puerto Montt–Puerto Varas y Punta Arenas fueron las elegidas para esta primera instancia. En otra etapa se agregarán otras.
“Todas las ciudades de Chile cuentan con un patrón similar de segregación urbana. Dado que nuestro país es uno de los más urbanizados del mundo, alrededor de un 90% prefiere las ciudades como lugar para vivir, se hace necesario crear estrategias que permitan cambiar ese patrón”, explica.
Primer pilar: las islas de calor y la vegetación
Considerando la complejidad que a simple vista encierran las ciudades, como ecosistemas vivos y en constante evolución, definir el bienestar territorial implica abordar diferentes áreas de desarrollo.
En materia de bienestar ambiental, el estudio midió la calidad del medioambiente a través de la amplitud térmica —que permite estimar el confort urbano de la zona—, y de la cobertura vegetal presente en las distintas manzanas observadas.
Si en algunas comunas de la capital, como Lo Barnechea, Las Condes, Vitacura y La Reina, la temperatura promedio anual es menor a 17°C, solo basta recorrer algunos kilómetros hacia el oeste para que este valor se eleve, alcanzando en sectores como Pudahuel, Quilicura, Renca y Cerro Navia una media superior a los 22°C.
De esta variación tampoco quedan ajenas las regiones. La temperatura promedio en Valparaíso oscila entre los 15°C y los 20°C, dependiendo del sector de la ciudad en que se mida, mientras que en Puerto Montt-Puerto Varas la variación va desde los 11°C a los 29°C.
“Nosotros podríamos determinar que, a mayor amplitud térmica, existen más complicaciones para la calidad de vida, desde el punto de vista del confort climático, ya sea en época estival o en invierno”, comenta a PAUTA el director del Observatorio de Ciudades de la PUC, Ricardo Truffello.
Esto encuentra su explicación en tres factores: el componente geográfico, la cantidad de vegetación —ya sea en espacios públicos o privados—, y las construcciones e impermeabilización del suelo. “En general hay una relación entre la proporción de cemento y superficies impermeables que tiene la ciudad, con la temperatura”, indica Truffello.
Así es como se produce el efecto denominado “isla de calor urbano”.
El mayor problema es que generar más áreas verdes implica también su mantención, lo que representa un gasto importante para los municipios, y sobre todo una preocupación en tiempos de sequía.
Surgen así, como una alternativa de recreación y el aire libre, las plazas de cemento. Pero claro, son de cemento. Como si se tratara de un círculo vicioso, no ayudan a mermar el calor, sino que más bien pueden contribuir a acrecentar la variación térmica.
El Atlas de Bienestar Territorial también mide la presencia de vegetación en las distintas ciudades. En este punto resalta con fuerza Valparaíso, donde la cobertura vegetal alcanza a cubrir un 81,65% del territorio urbano, casi duplicando el promedio nacional que solo llega a 41,13%.
Pero en el otro extremo, y destacando precisamente por la falta de vegetación, se encuentran las ciudades de Antofagasta (0,45% de cobertura vegetal) y Arica (11,36%).
Con relación a este aspecto, Trinidad Vidal, directora de Investigación y Desarrollo de Fundación Mi Parque, señala a PAUTA que la disponibilidad de áreas verdes no solamente trae un beneficio medioambiental, sino que implica también una ganancia social en materia de integración, mixtura y encuentro entre personas, además de un aporte en salud mental para la población.
Con la importancia de estos puntos concuerda Juan Manuel Sánchez. “Debemos desarrollar proyectos para llevar el conjunto de bienes y servicios a todas las ciudades. Además, debemos procurar las condiciones, desde el urbanismo, que faciliten una mejor convivencia entre los ciudadanos. Esto significa generar espacios públicos que promuevan el desarrollo de la cultura, el esparcimiento de los niños, jóvenes, y adultos mayores. Que las personas tengan puntos de encuentro con los que se vinculen positivamente, y por lo tanto les importe su cuidado”, comenta el director ejecutivo de Corporación Ciudades.
Segundo pilar: infraestructura y entorno
La segunda dimensión que se midió para elaborar el Atlas de Bienestar Territorial fue aquella que abarca la vivienda. Por un lado, su calidad material —techo, paredes y piso—, y por el otro, la calidad de la infraestructura en el entorno —estado de calles, veredas, luminarias públicas, señalización, paraderos techados de locomoción colectiva, áreas verdes y basureros—.
Según explica Truffello, este punto resulta crucial al relacionarlo con la amplitud climática. Por ejemplo, en Santiago aquellas zonas donde se maximizan las temperaturas son coincidentemente donde se encuentran viviendas de menor calidad en cuanto a su materialidad, por lo que resisten y aíslan menos las condiciones del exterior.
Esto concuerda con la información recabada por la Corporación Ciudades. Así, hay una concentración de viviendas con mejor infraestructura y calidad en el sector oriente de la capital.
Este factor también fue medido por el Sistema de Indicadores y Estándares del Desarrollo Urbano (Siedu). Allí se analizó el déficit habitacional cualitativo, entendido como el porcentaje de viviendas particulares que requieren mejoras de materialidad y/o servicios básicos.
Se consideraron 117 comunas de todo Chile, de las cuales solamente cinco cumplieron con el estándar establecido por el Siedu en materia de calidad en vivienda: Vitacura, Las Condes, Providencia, Ñuñoa y La Reina.
El programa Hogar Mejor del Ministerio de Vivienda y Urbanismo entrega un subsidio cuya finalidad es precisamente mejorar la infraestructura de ciertos hogares. El pasado 20 de noviembre se dieron a conocer los resultados del segundo llamado para acceder a dicho subsidio, en su modalidad de mejoramiento y ampliación de vivienda, equipamientos comunitarios y eficiencia energética.
Este subsidio entrega entre 50 y 65 UF, es decir, desde $1.380.000 a casi $1.800.000, a “familias propietarias o asignatarias de viviendas cuyo valor no exceda las 650 UF (avalúo fiscal) o que hayan sido construidas por Serviu o algunos de sus antecesores (Corvi, Corhabit, COU). Con este subsidio las familias pueden interrumpir el deterioro de sus viviendas y renovar sus hogares”, según señala el sitio del Minvu.
Revisa aquí la nómina de beneficiados del segundo llamado para el programa Hogar Mejor:
Tercer pilar: poder para acceder
Llegar caminando a hacer un trámite o a comprar en el supermercado, que exista la cantidad suficiente de matrículas escolares para todos los niños de un sector, poder acceder a equipamiento deportivo, cultural y/o de salud: estos son solo algunos de los puntos que midió el indicador de accesibilidad.
“Un lugar donde viven muchos niños no necesariamente es el que concentra más colegios o plazas. O la desigual distribución de servicios del Estado o del comercio. Este diagnóstico nos sirve de base para que los distintos actores se reúnan a buscar soluciones. Eso es lo que estamos tratando de impulsar” cuenta Juan Manuel Sánchez al respecto.
El ejemplo de las matrículas es clave, Santiago es la única ciudad de las ocho escogidas donde la cantidad se condice con el número de potenciales estudiante, contabilizándose en promedio 1,04 matrículas por niño. A la cola del listado queda Arica, donde las matrículas no alcanzan a cubrir la demanda, promediando en total 0,48 matrículas por niño.
“La forma de pensar prospectivamente el territorio, hace tomar una serie de decisiones que tendrán un efecto en el mediano y largo plazo. Las ciudades no se construyen de un día para otro, y menos se reconstruyen en un par de días. El pensar una ciudad debe incluir lo que se proyecta para ella en las siguientes décadas. Por ello es importante poner de acuerdo a los distintos actores”, enfatiza el director de la Corporación Ciudades.