Alimentación: el problema no es la falta de comida, sino el riesgo logístico
Los menores envíos desde China han hecho escasear contenedores en algunos mercados, Y la multiplicación de restricciones podría elevar los precios de muchos productos.
Los almacenes mundiales están llenos de cortes de carne de cerdo congelados, ruedas de queso y bolsas de arroz. Pero a medida que el coronavirus afecta las operaciones logísticas, la pregunta es: ¿cómo llega toda esa comida a las personas?
A pesar de las existencias, los supermercados se ven casi apocalípticos, con pasillos de estantes vacíos. Las compras de pánico han hecho que sea casi imposible para minoristas y proveedores mantenerse al día con el aumento sin precedentes de la demanda. En solo un ejemplo de las limitaciones, hay un número finito de camiones que pueden cargarse en los almacenes para traer el pollo, o el helado o el papel higiénico que la gente quiere comprar.
Hay límites para el tiempo que se puede pasar llenando estantes o vagones de tren. Luego está el extraño golpe del brote en China: el mes pasado se enviaron menos productos desde Asia, y ahora no hay suficientes contenedores vacíos en países como Canadá para enviar guisantes al mundo.
Contando contenedores
“Hay una red complicada de interacciones en las que no pensamos a menudo; todo eso es parte de la cadena de suministro de alimentos: camioneros, vagones, transporte, trabajadores de planta”, asegura Jayson Lusk, jefe del departamento de economía agrícola de la Universidad de Purdue. Hay “grandes campos para interrupciones potenciales”, y es posible que todo “sea más frágil de lo que pensamos”, dice.
Ese es solo el comienzo. A medida que el virus se propaga y aumentan los casos, aparentemente hay innumerables formas en que el sistema alimentario será sometido a pruebas en las próximas semanas y meses.
Existe la posibilidad de escasez de trabajadores, ya que los empleados se ven obligados a quedarse en casa porque están enfermos o han entrado en contacto con alguien que lo está. A medida que cierran las escuelas, las plantas pueden disminuir la producción porque los padres deben priorizar el cuidado infantil. Las restricciones a la mano de obra migrante están aumentando en todo el mundo, sofocando a los trabajadores clave para garantizar que los tomates sean recogidos y los mataderos funcionen de manera eficiente. Los cierres de puertos y los límites al comercio podrían terminar interrumpiendo el flujo de suministros e ingredientes.
“No vemos un shock de suministro en el sentido de la disponibilidad”, asegura Abdolreza Abbassian, economista de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. “Pero podría haber un shock de suministro en términos de logística, no poder moverlos del punto A al punto B. Esto es algo nuevo y muy difícil de predecir. Esa incertidumbre es en este momento es el mayor peligro”.
Los grupos de agricultores, minoristas y camioneros en países como Brasil, EE.UU. y Francia están prendiendo las alarmas sobre las interrupciones importantes que pueden desarrollarse debido a las condiciones de cuarentena y bloqueo, junto con la posibilidad de una crisis laboral. Funcionarios gubernamentales en Australia, Alemania y Kazajstán están preocupados por las tensiones, en medio de las compras de pánico y los obstáculos logísticos.
Una prolongada crisis podría conducir a una “escasez real”, comenzando por las frutas y las verduras, antes de impactar los alimentos básicos, asegura la ministra de Agricultura alemana, Julia Kloeckner.
Dime dónde vives…
Para los consumidores, las consecuencias variarán dependiendo de en qué parte del mundo se encuentren. En Estados Unidos, podría significar que su marca favorita de papas fritas se agote, pero habrá disponibles productos básicos como arroz o pan. En los países que dependen de las importaciones de alimentos, la situación podría ser más grave.
En todas partes del mundo, probablemente se pagará más por la comida que hace unos meses o incluso semanas.
“Es inevitable ver un aumento en los precios de los alimentos”, asegura Adnan Durrani, director ejecutivo de la empresa de alimentos congelados Saffron Road, quien ha trabajado en la industria alimentaria durante tres décadas. “Esto es diferente a cualquier crisis que haya visto. Si continúa por otros dos meses o más, el estrés en los suministros de alimentos se agudizará”.
Mientras tanto, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos tiene inspectores de seguridad en todas las instalaciones de fabricación. Se están controlando las temperaturas de los empleados para asegurarse de que no entren trabajadores con síntomas.
“Todavía no nos hemos visto afectados por eso, pero podría ocurrir en algún momento”, dice Durrani. “Si tiene un trabajador que no presentaba síntomas y luego se confirma que tiene el virus, debe poner en cuarentena a todos los trabajadores con los que entró en contacto. Podría terminar teniendo que sacar a todos los trabajadores de una línea”.
También está el asunto de la intrincada forma en que los alimentos se mueven por todo el mundo, que probablemente se salga de balance por los cierres de puertos, las regulaciones gubernamentales y los temores de contaminación. Muchos países han posicionado la producción agrícola hacia la exportación de algunos productos clave, en lugar de la suficiencia alimentaria. Eso hace que las personas dentro de esos países sean más vulnerables si las importaciones disminuyen. Los envíos de cosas como almendras a Italia ya se han pospuesto.
La otra cara es que, en algunos casos, unos pocos países constituyen la mayor parte de los suministros exportables de ciertos productos. Las interrupciones a esos envíos tendrían ramificaciones globales. Las políticas proteccionistas también podrían afianzarse: Kazajstán ha prohibido la exportación de algunos alimentos básicos, como trigo sarraceno, azúcar, papas y cebollas.
Christian Gloor, director gerente de la casa comercial con sede en Zúrich Heinz & Co., cita a Serbia como ejemplo. La nación recientemente prohibió sus exportaciones de aceite de girasol.
“Si varios países comienzan a hacer eso, el mercado se volverá loco”, dice Gloor. “Si, por ejemplo, Francia dejara de suministrar trigo, eso podría causar una gran interrupción en todos los mercados. Si un país comienza, otros lo seguirán, y entonces realmente será un desastre”.
La vulnerabilidad también aumentará en aquellos países que tuvieron problemas alimentarios incluso antes del brote del virus, dice Abbassian de la ONU, citando áreas como África subsahariana. Con la caída de las monedas frente al dólar, algunos países también verán limitado su poder adquisitivo.
Y, por supuesto, todo esto sucede en el contexto del cambio climático y los patrones climáticos impredecibles que han estado causando estragos en la producción mundial de alimentos. La sequía ya ha estado obstaculizando la producción de cultivos este año en partes de Uruguay, Nueva Zelanda y Vietnam.
Matt Billings es un agricultor de cuarta generación en California. Sus operaciones en Billings Ranches van desde el bosque hasta la cuchara: cosecha almendras, procesa las nueces y fabrica AYO Almondmilk Yogurt. Cada parte de ese proceso está siendo impactada por el virus.
Los trabajadores en sus 400 hectáreas de almendros no pueden acceder a las máscaras faciales que usan a diario para protegerse contra cosas como el polvo. El procesamiento y la fabricación comienzan a disminuir a medida que aumentan las ausencias de los trabajadores, y espera que probablemente empeoren. Reuniones en persona con tiendas para comercializar el yogurt se han cancelado o pospuesto indefinidamente.
“Como agricultores, descubriremos una forma de superar esto. Pero probablemente hay un millón de formas diferentes en que esto nos está impactando, y probablemente ni siquiera sabemos el alcance completo”, dice Billings. “Todo lo que se piensa como continuidad del negocio se está evaporando”.