El desafío de la tercera edad para rebelarse contra sus enemigos y villanos
Las especialistas Ximena Abogabir y Macarena Rojas expusieron sobre cómo combatir los prejuicios y estereotipos sobre los adultos mayores, que suman tres millones en Chile.
El dato es revelador: en el tiempo que le tome leer este artículo, dos personas habrán jubilado en el país. La estadística -que llega a un promedio de 13 personas por hora- da cuenta de la masividad que tiene el grupo etario al que pertenecen tres millones de chilenos: la tercera edad.
“Hay un segmento que no se siente joven, pero tampoco anciano. Y pareciera que la única invitación que nos hace la sociedad es a descansar”, comenta Ximena Abogabir, cofundadora y vicepresidenta de Travesía100, una empresa B que busca cambiar la mirada que los adultos mayores tienen de sí mismos y la visión que los medios de comunicación reflejan de ellos.
Abogabir participó junto con Macarena Rojas, directora del Programa Adulto Mayor UC, en un seminario virtual organizado por la compañía de seguros Confuturo, llamado “Desafíos y oportunidades de los 60 y más hoy en tiempos de pandemia”.
Hay muchas vejeces
Una de las ideas que más se repitió durante el evento -que se extendió por más de una hora- fue que es un error hablar de “una única vejez”, ya que en esta etapa conviven muchas vejeces.
“El coronavirus ha servido para visibilizar las distintas realidades y la heterogeneidad de la vejez”, comenta Rojas, explicando que hoy pueden convivir dos generaciones dentro de un mismo segmento: por ejemplo, personas de 60 o 65 años con sus padres vivos, y esas son dos vejeces completamente distintas.
“Como sociedad, cuando construimos una única imagen de la vejez, una imagen estereotipada asociada solo a determinados roles, genera que las propias personas mayores no se vean reflejadas en esa imagen social que construimos. Entonces, es bastante importante que visibilicemos esta heterogeneidad”, agrega Rojas, quien también es directora de gestión del Observatorio del Envejecimiento UC para un Chile con futuro.
En esta diferenciación de etapas coincide Ximena Abogabir. “Hay que hablar de vejeces, más que de vejez”, dice enfática. Para ella, hay al menos cuatro factores que condicionan la forma en que se llega a la tercera edad. Estos son el grupo socioeconómico al que pertenece la persona; el sexo, debido a que las mujeres tienen una expectativa de vida mayor; la pensión, que define el poder adquisitivo y la calidad de vida en la dimensión material; y la actitud o vitalidad que tiene ese adulto mayor para enfrentar las décadas venideras.
“En 2019 el programa Compromiso País detectó que hay 161 mil personas en estado de enfermedad, de soledad y de carencia económica. Son personas que requieren ser asistidas. Pero hay tres millones de personas sobre los 60 años. Y el 85% no necesita ese apoyo”, complementa para explicar la dispersión de realidades que hay en este segmento etario.
Venciendo el prejuicio
Los prejuicios e ideas preconcebidas son otros de los desafíos que enfrentan los adultos mayores. La brecha entre la percepción y la realidad se hace muy patente en una estadística recogida por la última encuesta Casen: si bien el 86% de personas mayores son autovalentes, el 68% de las personas consultadas creen que no pueden valerse por ellos mismos.
“Esta cifra explica muy bien esta distorsión que tenemos a partir de los estereotipos”, puntualiza Abogabir. Y profundiza en que si bien solo el 8% de personas mayores presenta algún tipo de demencia, en la conversación popular que se da a diario, la percepción de esta idea es muy diferente, y eso va creando impresiones que son difíciles de cambiar.
Para Macarena Rojas, la capacidad de aprendizaje es otra dimensión donde los prejuicios chocan con la realidad. “Una parte importante está en contacto con la tecnología y eso habla de que hay distintas etapas de la tercera edad”. De hecho, según estudios, solo el 16% de los adultos mayores tienen problemas para aprender. Lo que ocurre, explican las invitadas, es que ellos tienden a aprender las cosas que les son de utilidad.
“La etapa de la vejez es una en que nos seguimos construyendo, no es una etapa de declive. Como toda etapa, hay ganancias y hay pérdidas”, comenta Rojas, quien ejemplifica con el campo de las destrezas. “Hay ciertas habilidades mentales en los adultos mayores, como la de la rapidez, que son inferiores a las de un joven. Pero en reflexión o en utilizar la experiencia, que también son capacidades mentales, son superiores”.
Los villanos invitados
En sus intervenciones, Ximena Abogabir habló de los principales “villanos” con que deben combatir los miembros de la tercera edad. Y el primero de su lista son los medios de comunicación. “Desde el estallido social se habla de las personas mayores desde la vulnerabilidad. Siempre como víctimas, nunca como protagonistas”, cuestiona. “Se refieren a nosotros como nuestros adultos mayores, en el mismo tono que dicen ‘nuestros niños’. Hay ahí una mirada peyorativa, desde un asistencialismo extremo. Hay una infantilización que a la mayoría no nos representa”, critica.
El listado prosigue con los problemas de acceso al trabajo. Dice que dos de cada tres personas sobre 60 o 65 años quiere y necesita trabajar, ya sea para complementar ingreso o por autoestima. Sin embargo, cuando los adultos mayores postulan a empleos, se topan con respuestas como que son menos productivos, que generan más licencias médicas o que están sobrecalificados.
“Hay que entender que nosotros no trabajamos igual que un joven, no tenemos sus habilidades. Pero tenemos otras y aportamos de manera distinta”, comenta, argumentando que de acuerdo con el Observatorio y el Centro de Innovación de la UC, los adultos mayores destacan por ser un aporte al clima laboral, a las relaciones interpersonales y poseen mejores condiciones para dirigir equipos.
El tercer “villano” es la sociedad misma, agrega Abogabir. “Tú ya no tienes tiempo ni capacidad, nos dicen. Nos refriegan como si no entendiéramos nada”.
Combatiendo los “yoyas”
Sin embargo, también, es necesario hacer frente a una dimensión de mea culpa que no siempre es percibida por los adultos mayores.
Macarena Rojas cita a la sicóloga española Rocío Fernández, quien graficó las autolimitaciones bajo el concepto de “yoyas”, donde frases como “yo ya no estoy en edad para esto” o “yo ya no puedo viajar a esta parte sola” son parte del día a día.
“Hay que ver cuáles son los ‘yoyas’ que se tienen y que se pueden cambiar”, dice la ejecutiva del Programa Adulto Mayor de la UC.
“Los adultos mayores tenemos visiones limitantes que también hay que intentar cambiar”, le complementa Abogabir.
Lo esperanzador es que la tercera edad es una generación que tiene una mirada bastante positiva de la vida. E incluso ven aspectos favorables en medio de esta cuarentena por el Covid-19. Por ejemplo, detener en parte el ritmo frenético de la vida actual y tener más tiempo para uno mismo.
El Observatorio para el Envejecimiento UC para un Chile con futuro desarrolló un estudio acerca de la pandemia. Y sus resultados son sorprendentes. Por ejemplo, siete de cada 10 consultados declaran tener confianza en que todo saldrá bien; el 73% dice que el contexto actual tendrá consecuencias positivas para él o para ella, y el 35% asegura que se ha comunicado con amigos todos los días.