Afganistán: Biden defiende el retiro militar en medio de la reconquista talibana
En PAUTA revisamos los orígenes del conflicto en Afganistán, que tiene a los talibanes en el poder tras la captura de Kabul.
Este domingo 15 de agosto, los talibanes concretaron el control de Kabul, la capital de Afganistán, en medio de la huida del presidente afgano, Ashraf Ghani. En las últimas horas, imágenes del caos que se vive en el aeropuerto capital han inundado internet, con miles de personas tratando de escapar del país a bordo de vuelos de evacuación.
El Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) se ha reunido de emergencia para decidir cómo se abordará la situación de Afganistán. Parte de la comunidad internacional se coordina para acoger refugiados y repatriar extranjeros.
Y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, informó en la tarde, desde la Casa Blanca, que defiende su decisión de retirar las tropas desde Afganistán. Mencionó que el papel de su país no es construir Estados ni democracias, sino que en este caso generar las condiciones para evitar nuevos ataques terroristas de organizaciones como Al Qaeda.
Planteó que la principal responsabilidad para defender a los afganos son los propios afganos, incluido su gobierno, motivo por el cual lamentó la huida de Ghani. Agregó que no está dispuesto a sacrificar más vidas de soldados norteamericanos, gastar más de los US$ 2 billones destinados hasta ahora a esta guerra y legar este conflicto a un quinto presidente norteamericano. También afirmó que un nuevo contingente militar está desplegado en Afganistán para asegurar el retiro seguro de diplomáticos y civiles estadounidenses, de sus aliados y de “afganos vulnerables”, y advirtió a los talibanes a que cualquier ataque mientras duren esos operativos tendría una dura respuesta de Washington.
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— President Biden (@POTUS) August 16, 2021
Los antecedentes de los talibanes
Hay distintas formas de evaluar el origen del conflicto afgano. Los rastros más claros comenzaron en 1989, cuando grupos formados por diferentes facciones afganas, conocidos como los ‘muyahidines’, consiguieron derrocar al régimen apoyado por la Unión Soviética instaurado 10 años atrás. Estos grupos revolucionarios fueron apoyados por países vecinos como Pakistán; y también por Estados Unidos, en el contexto de la Guerra Fría.
En 1992 se creó el Estado Islámico de Afganistán, a través de los Acuerdos de Peshawar. Sin embargo, las distintas facciones de muyahidines impidieron consolidar un gobierno estable. En medio de ese caos institucional, en 1994 surgió el movimiento talibán. Esa palabra, “talibán”, significa “estudiantes” y fue formado por el muhayidín Mullah Omar. Ese mismo año controlaron distintas provincias y en 1996 conformaron el gobierno afgano tras la toma de Kabul. Un año después decretaron el nuevo nombre del país: Emirato Islámico de Afganistán.
La vida en el emirato cambió radicalmente. Los talibanes destruyeron reliquias de otras creencias y se prohibieron manifestaciones artísticas consideradas contrarias a la sharia o ley islámica. Impusieron una interpretación que restringía los derechos femeninos, como el acceso a la educación. Además, a las mujeres se les obligó a llevar una tenida que las cubre de pies a cabeza, incluidas sus manos; en la calle debían vestir el burka, un hijab que solo les permite ver por medio de una rejilla. Si se rehusaban a cumplir con estas y otras reglas, las mujeres podían ser asesinadas.
En medio de la instalación de los talibanes, confinada a esos territorios en Asia Central, apareció un grupo terrorista islámico de carácter expasionista: Al Qaeda. Su fundador, Osama bin Laden, forjó a fines de los 90 una relación con Mullah Omar. Al Qaeda instaló buena parte de su base de operaciones en Kandahar, la segunda ciudad más importante de Afganistán.
El 11-S y la invasión
El 11 de septiembre de 2001, el grupo terrorista sunita Al Qaeda cometió el atentado de las Torres Gemelas en Nueva York y el ataque al Pentágono, en Washington DC. Como respuesta, Estados Unidos invadió Afganistán con el objetivo de capturar al líder terrorista, Osama bin Laden. Las fuerzas norteamericanas desalojaron a los talibanes del poder, pero la influencia de ese movimiento se mantuvo en ciertas zonas rurales y montañosas, algunas de ellas colindantes con Pakistán.
En 2011, durante la gestión de Barack Obama, Estados Unidos encontró y ajustició a Bin Laden. Sin embargo, su muerte no detuvo la invasión a Afganistán, dado que los norteamericanos buscaban asegurarse de que no existieran más ramificaciones de ese grupo terrorista. Tener a raya a los talibanes en Afganistán, pensaba la inteligencia estadounidense, prevendría la reaparición de Al Qaeda en ese país. Con todo, Estados Unidos debií lidiar en forma simultánea con el Estado Islámico, otro movimiento terrorista que asoló por años el norte de Siria y de Irak y que tenía conexiones con el extremismo sunita.
En 2014 Barack Obama declaró su voluntad de poner fin a los combates en Afganistán. En febrero de 2020, el entonces presidente Donald Trump anunció un periodo de 14 meses en que extraería a los militares estadounidenses del país, como resultado de las conversaciones de paz mantenidas entre la Casa Blanca y los talibanes en Doha, Catar.
Finalmente, Joe Biden confirmó en abril la continuidad de estas medidas, marcando como fecha límite el 11 de septiembre de 2021. A medida que las fuerzas norteamericanas abandonaban el país, distintas facciones del grupo talibán retomaron rápidamente el control de varias zonas. En tiempo récord avanzaron hasta Kabul. Así, dos décadas de ocupación encabezada por EE. UU. y sus socios de la OTAN y US$ 2 billones en gasto militar se desmoronaron en solo una semana.
En Primera Pauta, de Radio PAUTA, el analista John Müller comentó sobre las posibles consecuencias internacionales que podría traer este nuevo avance talibán. “Estados Unidos ha generado una gran desconfianza entre sus aliados y entre quienes depositaban cierta esperanza de que sus causas fueran defendidas por la democracia norteamericana”, dijo. “Ya no está claro que EE. UU. esté dispuesto a comprometerse con los valores democráticos fuera de su país”, agregó.
Revise el comentario completo de John Müller