Argentina busca frenar una inflación del 50% con una política fallida: el congelamiento de precios
La fijación de precios de los productos es una medida que se ha implementado desde hace más de 70 años. Siempre fracasa.
La semana pasada Argentina amanecía una vez más con una medida que se ha implementado durante diversos gobiernos, todas con escaso éxito, para controlar la inflación: el congelamiento de precios.
La banda regirá por tres meses y aplicará en casi 1.500 productos de consumo masivo. Tanto los expertos como el sector empresarial han criticado fuertemente esta iniciativa.
La principal razón que el gobierno de Alberto Fernández ha dado para esta medida es frenar una inflación que ronda el 50% (frente al 5% de Chile). Y por cierto, ya se avecinan las elecciones legislativas del 14 de noviembre, para cuando se esperan malos resultados para el oficialismo.
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La Asociación Empresaria Argentina señaló que la fijación de precios es muy negativa, ya que altera la previsibilidad necesaria, desalienta las inversiones y la generación de nuevos empleos. Y el presidente de la Cámara Argentina de Comercio, Mario Grinman, advirtió que la fijación de precios generará desabastecimiento de productos en las góndolas de los supermercados.
Entre los economistas la lectura es similar. Después de todo, el asunto ha sido estudiado en forma profusa. El analista Damián Di Pace planteó, por ejemplo, que las más perjudicadas serán las pymes y que muchas de ellas podrían quebrar. No soportarían que los costos superen los precios de venta.
Pero el secretario de Comercio Interior argentino y principal impulsor de la medida, Roberto Feletti, respondió con voluntarismo. En este caso, a través de sus redes sociales: “Ni amenazas a los argentinos y argentinas ni desabastecimiento” (todo en mayúsculas).
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Una historia de controles de precios
“El gobierno está decidido a hacer cumplir los precios, aunque tenga que colgarlos a todos”, afirmó Juan Domingo Perón en una repleta Plaza de Mayo hace casi 70 años anunciando uno de los primeros controles de precios de que tuvo el país.
Implementaría la misma medida durante sus siguientes mandatos. Todas ellas tuvieron resultado a corto plazo, porque ahogaron por un momento la inflación, pero el alza de los precios repuntaba con fuerza después. O bien se abría el mercado negro.
También los kirchneristas fueron grandes aficionados de implementar esta práctica. Sin embargo, los productos congelados acabaron con aumentos que triplicaron su tendencia mensual previa, para recuperar la diferencia acumulada.
Los peronistas no han sido los únicos. El primer gobierno democrático del radical Raúl Alfonsín aplicó un congelamiento de precios y salarios que acabó con una hiperinflación de 3.000%.
El liberal Mauricio Macri se unió a la tendencia: aplicó controles de precios en alimentos, la gasolina y los créditos hipotecarios en una época preelectoral. Fueron criticados no solo porque se trataba de experimentos fallidos, sino porque se alejaban de su línea política.
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