¿Las vacas contaminan?
Sí. El ganado bovino emite metano, uno de los gases de efecto invernadero. Pero, ¿cuánto influye el vacuno en el calentamiento global?
Es cierto, el precio de la carne ha subido. Sin embargo, muchas personas en el mundo están dejando de comer carne no solo porque es caro, sino también porque creen que la industria de la carne es de las que más contamina al planeta.
Nuestro Perro de Caza, de Watchdog PAUTA, quiso averiguar qué tan cierto es que los vacunos contribuyen en la emisión de gases de efecto invernadero que inciden en el cambio climático.
¿Realmente las vacas inciden en la contaminación?
Aunque efectivamente las vacas, por la forma en la que dirigen el alimento, emiten grandes cantidades de metano -uno de los gases de efecto invernadero-, Álex Godoy, director del Centro de Investigación en Sustentabilidad (CiSGER) de la Universidad del Desarrollo, explica que la generación de este gas es parte del proceso natural de estos animales
“No es que las vacas contaminen, sino que en el fondo la producción de metano de una vaca, por un tema de tamaño de peso y de volumen, es mucho mayor que la de cualquier otro animal”.
“Los cerdos o los pollos, no tienen una producción importante de ese gas, pero todos los animales en general producen gases de efectos invernadero”, añade Rafael Larraín, profesor de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES).
Según el cuarto informe Bienal de la actualización de Chile sobre Cambio Climático, el ganado vacuno representó el 87% de la producción de gases de invernadero emitidos por este proceso digestivo, mientras que los ovinos contribuyeron con un 7%, otras especies con un 4% y los porcinos con un 2%. Las emisiones ganaderas derivan en su gran mayoría de los suelos agrícolas, el manejo del estiércol y la fermentación entérica. Esto último es el proceso digestivo que tiene como uno de los subproductos el metano, donde las vacas toman la delantera por sobre las emisiones de otros animales.
Un estudio del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas asegura que un kilogramo de metano tiene el mismo potencial contaminante que 25 kilogramos de dióxido de carbono (CO2).
Así, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que las 1.500 millones de vacas que hay en el mundo destinadas a la producción de alimento para el consumo humano liberan 100 millones de toneladas de metano (equivalente a 2.500 millones de toneladas de CO2) cada año.
La IPCC calcula que se emitieron 50 mil millones de toneladas de CO2 (número que incluye emisiones de metano) durante 2019, por lo que los vacunos habrían aportado el 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero para ese año.
Pero la emisión de metano no es la única forma en que el ganado bovino contribuye al cambio climático. La FAO también estima que “la desertificación de pastizales causada por la acción del ganado puede liberar 100 millones de toneladas de CO2 al año”. Esto, producto de que la deforestación merma la absorción del dióxido de carbono por parte de las plantas.
Y el consumo de agua por parte del vacuno es otro punto a considerar. El Instituto de Investigaciones Agropecuarias de Chile señala que para producir un kilogramo de carne bovina se necesitan 13 mil litros de agua, mientras que para producir, por ejemplo, un kilo de legumbres se necesitan 50 litros de agua.
Además, cerca del 70 % de las áreas de pastoreo de América Latina y el Caribe se encuentran en degradación. Varios de los efectos negativos del pastoreo dependen de cómo es manejado el ganado. “Hay una frase que dice que no es ganado, es el ganadero”, dice Rafael Larraín.
El investigador de Capes explica que los efectos pueden ser negativos, cuando al hacer pastoreo los animales están varias semanas o meses en un mismo lugar, debido a que eso termina por degradar las praderas y generar erosión. “Por lo tanto, los animales pueden generar mucho daño y las prácticas convencionales de ganadería, efectivamente generan degradación”, añade.
En ese sentido, Godoy apunta a que la solución se encuentra en la búsqueda de una agricultura menos mecanizada y más local, con el propósito de promover una producción que sea más sostenible.
¿De qué manera se pueden reducir las emisiones de estos gases?
Pese a que el tipo de alimentación puede modificar la cantidad de metano que emiten las vacas, no se puede disminuir la cantidad de este gas de forma definitiva. “La reducción de emisiones de metano tendría que ser por cambio de dieta del ganado y por cambio del consumo de carne. Esto porque la modificación de la dieta va a reducir lo que la vaca emite, mientras que si cambiamos nuestra dieta y bajamos el consumo de carnes lo que vamos a reducir es el número de vacas, entonces la disminución es por dos partes”, señala Godoy.
Rodrigo Figueroa, decano de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Pontificia Universidad Católica de Chile, señala que “lo que se debe hacer es no solamente analizar la vaca, sino que también el pasto y suelo; en el fondo, ver a la vaca en su conjunto integral, para evaluar lo que uno puede tratar de manejar para capturar más carbono”.
Una de las opciones es lo que se conoce como agricultura regenerativa, que según Larraín, es un conjunto de principios y prácticas que apuntan, entre otras cosas, a la rehabilitación y conservación de los espacios agrícolas, por medio de la captura de carbono y el aumento de la materia orgánica de los suelos. De esa manera, las emisiones pueden reducirse por medio de la captura de GEI siguiendo un trayecto circular.
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