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¿Dónde va a golpear más el alza del dólar a los chilenos?

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POR Andres Sepúlveda |

El tipo de cambio ha subido más de $180 durante 2022. El año pasado cerró en $850,5, muy por debajo de los $1.038,5 a los que se ha encaramado en las últimas jornadas de julio.

El tipo de cambio ha subido más de $180 durante 2022. Desde los $850,5 en que cerró el año pasado hasta los $1.038,5 a los que se ha encaramado en las últimas jornadas de julio. Una brecha que incluso es mayor si se considera su “piso” de marzo, cuando cotizó a $778,2: si un inversionista hubiera comprado a ese precio, su retorno actual sería cercano al 33%. Nada mal para apenas cuatro meses.

Un aspecto positivo que también lo viven los exportadores y quienes invirtieron en activos denominados en dólares, pero que también tiene un cariz indeseado: amplificó el proceso inflacionario que vive la economía chilena desde hace más de un año.

Los productos importados se han vuelto más caros y en muchos mercados los precios han debido ajustarse al alza para traspasar esos mayores costos. El propio Banco Central, en su comunicado de la Reunión de Política Monetaria de julio, lo confirmó explícitamente: “El deterioro de las condiciones financieras globales ha sido más rápido e intenso que lo previsto (…) En medio de una elevada incertidumbre interna, esto ha llevado a una fuerte depreciación del peso. En el corto plazo, estos desarrollos provocarán un alza adicional de los precios internos, en un contexto en que la inflación y su persistencia ya son elevadas”.

Por eso, llegó al buzón de nuestro Contestadog, de WatchDog PAUTA, la siguiente pregunta: ¿dónde va a golpear más el alza del dólar a los chilenos?

Un combate peso pesado

Para ayudar a entender mejor los efectos del mayor tipo de cambio -y ser literalmente consistentes con la pregunta que nos hizo nuestra audiencia-, nos daremos una licencia. Imaginemos que el dólar es un boxeador peso pesado y su contrincante son los consumidores.

Cada golpe de este Ali, Tyson, Foreman o Holyfield -por nombrar a cuatro leyendas de esa categoría en el boxeo- es de cuidado. Pero es muy distinto una conexión en un brazo o en una zona cubierta por una defensa alta que una directa al mentón. Y como veremos, cada sector económico es diferente.

De cualquier forma, la subida del dólar tiene un impacto en la economía como un todo. El economista y gerente de Estudios de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), George Lever, sostiene que el coeficiente de traspaso del tipo de cambio en la inflación es del 10%. Esto significa que si el dólar se encarece 10%, la inflación debería aumentar un punto porcentual por esta causa.

“Hoy puede que ese coeficiente sea incluso más alto, porque ha sido un aumento (del tipo de cambio) sostenido y prolongado. Y porque las expectativas inflacionarias están desancladas y marcan más de 3% a 24 meses”, agrega Lever. Sin embargo, agrega que en otros países de la región, como Argentina, este factor de traspaso es mucho mayor, precisamente porque son mercados acostumbrados a niveles inflacionarios mucho más altos.

Golpe suave de entrada

Con las suscripciones digitales a cuentas internacionales -como, por ejemplo, un medio de comunicación extranjero o un servicio de memoria cloud– ocurre una situación muy particular. Como estas se cobran en dólares, el efecto es directo: todo el aumento del tipo de cambio se refleja mes a mes en la tarjeta de crédito, que se paga habitualmente en pesos.

Sin embargo, como el monto mensual es relativamente bajo (una suscripción a un periódico internacional vale US$ 10 o menos y un servicio cloud puede costar US$ 1), su efecto absoluto no es considerable.

Además, hay algunos servicios de streaming que si bien tienen sus precios en pesos (y se cobran en esta moneda en las tarjetas de crédito), sí están condicionados al tipo de cambio, y se han encarecido en el último año.

Primer corte en la ceja

Las bencinas son el ejemplo más claro. Su precio se ha incrementado ininterrumpidamente en los últimos meses, superando los $1.200 promedio por litro.

Sin embargo, su precio está intermediado por un gran aliado para los consumidores: el Mecanismo de Estabilización del Precio de los Combustibles (Mepco). Este sistema, que opera desde 2014, ayuda a evitar variaciones significativas de corto plazo en el precio de los combustibles, como son las bencinas y el diésel.

La economista Michelle Labbé explica que, a diferencia de los mecanismos anteriores (como el Fepco, que rigió hasta 2010), el Mepco es un modelo que opera en pesos. “Sin Mepco, $1 de alza en el tipo de cambio era $1 de alza en el precio del combustible”, asegura.

Por lo mismo, su configuración ha ayudado mucho a diluir el efecto cambiario, y ha hecho que los precios vayan al alza por otros factores, como el mayor costo del petróleo y, últimamente, las restricciones en la capacidad global de refinación. Labbé agrega que sin la actuación del Mepco, el litro de combustible sería entre $400 y $500 más alto.

Sin embargo, a veces el Mepco no logra aislar completamente la subida del tipo de cambio. Es lo que ocurrió, por ejemplo, la primera semana de julio. Esto se debe a un aspecto muy técnico que no viene al caso ahondar en este artículo (cuando la diferencia del precio de paridad y la banda es muy grande). Y cuando ocurre, una parte del aumento del dólar sí se traspasa a los consumidores.

De cualquier forma, el Mepco opera como un subsidio que suaviza las alzas de los precios, pero no las anula. Los combustibles son el cuarto producto o servicio que más pesa en la canasta con que el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) calcula el Índice de Precios al Consumidor (IPC): pondera el 2,73%. Y como ha subido 30% en 12 meses es el producto que más ha contribuido al incremento de la inflación. Del 12,5% de incremento anualizado, las bencinas han aportado 0,85 punto porcentual.

Cuidando la distancia

El mundo tecnológico es otro sector en el que el dólar golpea fuerte, debido a que sus productos vienen desde el exterior. Sin embargo, aquí también entran a jugar varias otras consideraciones que pueden llevar a atenuar bastante el impacto.

George Lever enumera estos factores. El primero es el momento de la importación. Es decir, si las compras se hicieron hace seis u ocho meses el tipo de cambio era significativamente más bajo que el actual.

Un segundo elemento es el nivel de stock. “Este año los niveles de inventarios están más altos que en 2021. Por lo mismo, tienen espacio para aguantar algo más los aumentos del tipo de cambio, porque importaron a un tipo de cambio más bajo”. Vinculado con esto está la estrategia comercial: cuánto margen estoy dispuesto a sacrificar (o aumentar) por la variable tipo de cambio.

Una tercera consideración son las perspectivas económicas. Lever explica que no es lo mismo una economía con un consumo en expansión, como la que existía en 2021, que una en etapa de desaceleración, como la actual. “Cómo está la demanda también influye: cuando hay desaceleración se trata de no traspasar a costos, para no perder puntos de demanda”.

El economista agrega también la percepción que el retail tenga de los costos en el mediano plazo. “Si proyecta que el tipo de cambio y los costos logísticos van a permanecer altos, probablemente irá traspasando esos costos a precio”.

Un último factor tiene que ver con la elasticidad del producto. Y el ejemplo más claro es un lanzamiento tecnológico (un iPhone, por ejemplo). En estos casos, el consumidor tiene tanto interés por adquirir el aparato que su costo pasa a un segundo plano, por lo que el traspaso del mayor dólar es mucho más sencillo. Al revés, en productos tecnológicos en los que el consumidor no percibe mayor diferenciación (un PC promedio), el traspaso es más complejo porque puede resentir la compra.

Golpe en las costillas

El pan es el alimento de mayor consumo en Chile. Y el tipo de cambio tiene una incidencia relevante en sus costos y, consecuentemente, en el precio al consumidor.

El presidente de la Asociación Gremial de Industriales del Pan de Santiago (Indupan), Juan Mendiburu, cuenta que la harina representa entre el 35 y 40% de los costos directos de fabricar pan. “Y el 70% del trigo de panificación es importado, que viene desde Estados Unidos, Canadá y Argentina”, sostiene.

Hasta ahora, el precio ha subido casi exclusivamente por otros factores, como el alza del precio internacional del trigo, la guerra en Ucrania y las restricciones logísticas del comercio internacional, pero a juicio de Mendiburu el mayor tipo de cambio se hará sentir con fuerza en un mes o un mes y medio más.

¿Por qué no ha incidido hasta ahora? Porque los molinos compran con contratos a tres o seis meses. Por lo mismo, la harina que se ha vendido en los meses de otoño e invierno es con el dólar de inicios de 2022. Pero el cambio es inminente. “Va a afectar directamente”, proyecta.

Hasta ahora, el pan ha subido 27% en 12 meses, de acuerdo con los datos del INE, aportando 0,6 puntos porcentuales a la inflación anualizada. Pero lo complejo es su peso en la canasta: por su masividad y transversalidad, pondera 2,08% y es el décimo producto o servicio más incidente en el IPC.

Riesgo de KO

La categoría más sensible al tipo de cambio es aquella cuyos productos o servicios son enteramente importados, por lo que sus costos son 100% en dólares, y significan un nivel de inversión o gasto relevante para el consumidor, por lo que un aumento del dólar es muy significativo.

El economista y coordinador macroeconómico de Clapes UC, Hermann González, incluye en este segmento a los automóviles y los pasajes aéreos. “En este último producto el aumento del tipo de cambio es automático”, dice.

De acuerdo con los datos del INE, el segundo y tercer ítem que más han aportado a la inflación en los últimos 12 meses son, precisamente, los automóviles y los servicios de transporte aéreo.

Debido a lo relevante que es su costo de adquisición, los autos pesan 2,8% de la canasta (el tercer producto más incidente, detrás del arriendo y la alimentación fuera del hogar). Y acumulan un alza de 24% en 12 meses. Un aspecto a considerar es que el dólar sobre $1.000 se da ad portas del lanzamiento de los modelos 2023 de las marcas, lo que habitualmente ocurre en agosto y septiembre.

Lo de los pasajes aéreos es distinto. Han subido 131% en el último año, lo que los ha llevado a ser el segundo componente de la canasta del IPC que más ha aportado a la inflación acumulada: 0,8 punto porcentual en 12 meses. El costo del combustible de avión explica gran parte de este incremento, así como la recuperación de márgenes de una industria que vio la quiebra de varias operadoras globales por la pandemia. Pero el tipo de cambio también ha tenido un efecto directo y es probable que su impacto total se sienta recién en algunos meses más.

WatchDog PAUTA es un proyecto de fact-checking conjunto entre la Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes y PAUTA. Busca tomar temas en la agenda y rastrear su veracidad desde una perspectiva positiva, no inquisitoria. 

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