¿Por qué julio y agosto son los únicos que están juntos en el calendario y tienen 31 días?
El origen viene de la época romana y se vincula con Julio César y Augusto. Con el tiempo se han impulsado varios cambios, pero la duración del séptimo y octavo mes del año sigue inmodificable.
La forma de medir el tiempo ha sido objeto de estudio desde hace miles de años. Actualmente podemos medirlo en segundos, minutos, horas, días, semanas, meses y años. Y si bien el uso del calendario es hoy universalmente aceptado, hubo numerosos intentos fallidos hasta llegar al que usamos en estos días.
¿Cómo se configura el calendario? Los meses del año se combinan, alternadamente, entre aquellos que tienen 31 días y los que cuentan con 30, con la excepción de febrero (con 28 o 29, si es bisiesto). Sin embargo, a mitad de camino se produce una situación única y curiosa: julio y agosto, meses que son contiguos, cuentan con 31 días. Es por eso que nuestro Contestadog, de Watchdog PAUTA, salió con calendario en mano a investigar si existe alguna razón especial detrás de esto.
Christian Nitschelm, astrónomo francés y académico del Centro de Investigación, Tecnología, Educación y Vinculación Astronómica de la Universidad de Antofagasta (CITEVA), explica que el calendario nace con la civilización humana. “Cuando los seres humanos pasan de cazadores a campesinos, viene la obligación de tener la cosecha con ciertas fechas y de acuerdo con ciertas estaciones, por lo que se vieron en la necesidad de tener un calendario”, añade.
Y a la hora de crear un calendario, se debe tomar en cuenta que los meses vienen de la lunación, que es el ciclo lunar, que corresponde generalmente a 29 días, 12 horas y 44 minutos. Esto significa que los meses deben acercarse lo más posible a ese valor. Además, se debe elegir si se quiere un año solar, lunar o unisolar, como es el caso del calendario hebreo.
Raquel Soaje de Elías, doctora en Historia y docente de la Universidad de los Andes, menciona que la razón por la que julio y agosto tienen ambos 31 días tiene que ver con las reformas hechas por Julio César. Estas modificaciones en particular se hicieron debido a que inicialmente el calendario solamente contemplaba diez meses y no doce, como hoy.
Estos diez meses eran marzo, dedicado al dios de la guerra Marte; abril, en referencia a la fecha que abre la primavera; mayo, en honor a la deidad suprema Júpiter; junio, consagrado a la hermana y esposa de Júpiter que se llamaba Juno; quintilis, por ser el quinto mes; sextilis, por ser el sexto; y séptimo, octavo, noveno y décimo, respectivamente.
“Al año siguiente que se produce la muerte de Julio César por asesinato, Marco Antonio, el cónsul del año, va a cambiar el nombre del mes quinto, que se llamaba quintilis, a julio, en honor a Julio Cesar. Ese mes tenía 31 días porque iban intercalados. El cambio de agosto fue una reforma que se hizo después, en honor a Augusto, de cambiarle el nombre a sextilis que era el sexto mes del año. Ese mes tocaba de 30 días, pero para homologarse a su padre adoptivo, que era Julio César se va a hacer de 31 también“, explica Soaje de Elías.
“Un montón de fenómenos astronómicos con los que vivimos hoy en día son eventos históricos más que científicos como tal”, advierte Camilo González-Ruilova, astrónomo de la Universidad Diego Portales y colaborador de la Fundación Chilena de Astronomía.
“El calendario estaba marcado en un principio por las fiestas religiosas, y también por la agricultura y la guerra. El segundo rey de Roma agregó dos meses al año que tenía diez en ese momento. Se agregan enero y febrero. Enero es en honor al dios Jano, que es una divinidad que representa la paz romana, y el otro al dios Februs, que es el que preside todas las ceremonias de purificación que tenían los romanos”, puntualiza Soaje de Elías.
De este modo, cuando se permite que julio y agosto tengan 31 días, se le quita un día a febrero, que se queda con 28. También, para evitar que julio, agosto y septiembre tengan todos 31, se intercambia la duración intercalada a partir de septiembre, por lo que este pasa a tener 30, octubre 31, noviembre 30 y diciembre 31.
Asimismo, como existía una configuración con base en las fiestas religiosas, se agregaban o quitaban fiestas, con lo que también se agregaban y quitaban días para mantener la paz con los dioses. Debido a esto, existía un desfase porque no había un cálculo exacto de la cantidad de días del año con respecto de las estaciones.
“Gregorio XIII, a mitad del siglo XVI, era un papa muy interesado en la educación y las ciencias. Sabía que había algo mal con el calendario juliano, porque había un desfase respecto de las estaciones del año. Y para arreglar eso mandó a hacer un concilio de matemáticos y astrónomos de la época. Entre todos ellos llegaron al cálculo de que en esa fracción que faltaba, que no se había calculado bien, eran 0,25 días; o sea, un cuarto de día. Se dieron cuenta que la tierra giraba alrededor del sol en 365,25 días“, recuerda González-Ruilova.
Nitschelm comenta que esta reforma en particular se dio para tomar en cuenta un valor más cercano del año al valor real, pero también debido a un desplazamiento que se produciría gracias a la fracción extra de día cada cientos de años con la fecha de Pascua. “La fecha de Pascua se define siendo el primer domingo después de la primera luna llena, después del equinoccio de primavera por el hemisferio norte. Debido al valor inexacto del año, vamos a tener un desplazamiento poco a poco y la fecha de Pascua va a empezar antes del equinoccio, por lo que la definición ya no sería correcta”, añade.
A partir de la reforma gregoriana, que impulsa el calendario homónimo, se añade el año bisiesto para evitar el desplazamiento. Para tener un bisiesto, se agrega un día al último mes del año cada cuatro años. Eso sí, este día no se agregaba al final del mes, sino que se repetía el 24 de febrero.
Soaje de Elías, comenta que el término bisiesto viene de “bi sextium”, que significa “dos veces el sexto”, lo que corresponde a seis días antes de marzo, por lo que se repite el 24. Hoy, los años bisiestos incluyen el 29 de febrero.
Importancia de tener calendario
Si bien no todos los países lo adoptaron en el mismo momento, hoy corresponde a un estándar establecido. Según el libro “Sobre el tiempo”, de Norbert Elías, la tarea de armonizar en la forma del tiempo del calendario los procesos naturales y las exigencias derivadas de los procesos sociales no fue sencilla. Se trató de un milenio, hasta que los hombres aprendiesen a fabricar calendarios en los que coincidiesen la representación humana del tiempo en la forma simbólica de unidades temporales recurrentes, y los procesos naturales que permanecían en el modelo de representación simbólica.
Katherine Montenegro Armijo, astrónoma de la Universidad Andrés Bello, menciona que, desde el punto de vista de la astronomía, el calendario se confeccionó para medir el paso del tiempo basándose en fenómenos astronómicos. “La rotación terrestre, que es el ciclo en que la tierra gira en torno a su propio eje, determina la duración de un día, lo cual podemos medir desde la tierra cuando el sol cruza el mismo meridiano y son 86.400 segundos en promedio. Luego, las fases lunares se relacionan con la definición de los meses y, finalmente, con el ciclo de traslación terrestre, que es el tiempo en que la tierra da una vuelta alrededor del sol, podemos definir la duración de un año”, agrega.