¿Es cierto que Chile es el país más sísmico del mundo?
Nuestro país se encuentra entre los con mayor actividad telúrica del planeta y tiene dos eventos en el top ten de la historia: el 27-F de 2010 (6° lugar) y el terremoto más fuerte del que se tenga registro, el 9,5 de Valdivia en 1960.
Los eventos sísmicos forman parte de la memoria colectiva de los chilenos. En promedio, en los últimos cinco siglos, un terremoto de magnitud importante se produce cada diez años en alguna parte del país. ¿Se puede decir que es el más sísmico de todo el mundo? Nuestro Perro de Caza, de Watchdog Pauta, salió a investigar para responder esta interrogante.
“Entre los países más sísmicos del mundo, por supuesto que está Chile, junto con Indonesia y Japón, ya que estos son los que probablemente tienen una mayor liberación de energía sísmica. La diferencia está en que Chile ha tenido el terremoto más grande que se ha registrado instrumentalmente; uno puede medir el número de terremotos o temblores por unidad de tiempo, y también por el tamaño que estos alcanzan, y en las dos categorías Chile se destaca“, comenta el director del Centro Sismológico Nacional y doctor en Ciencias de la Tierra, Sergio Barrientos.
Marcelo Lagos, geógrafo experto en desastres naturales y académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, menciona que se debe distinguir si se entiende por más sísmico al país que tiene la mayor recurrencia estadística de registro de eventos o al país que concentra los eventos registrados más grandes en el mundo. “Particularmente, dentro del grupo de los más sísmicos, somos el país que tiene hasta ahora el registro instrumental del evento más grande del mundo: el terremoto de Valdivia del 22 de mayo de 1960 con magnitud 9,5“, agrega.
El terremoto de Valdivia se convirtió en pocos segundos en el terremoto de mayor magnitud registrado en la historia desde que existe medición instrumental. Incluso, los científicos creen que en lo que se refiere a energía liberada, ese evento fue 20 mil veces más potente que la bomba lanzada sobre Hiroshima al final de la Segunda Guerra Mundial. Las consecuencias del movimiento telúrico fueron muy fuertes: miles de fallecidos, un tsunami que incluso dejó afectados en Hawái y Filipinas y la alteración de los cauces de los ríos.
“Ese terremoto quiere decir que tenemos las condiciones para producir eventos de esas características: terremotos gigantes que liberan una cantidad de energía sustantiva, y que evidentemente equivale a miles de temblores que podrían caracterizar otro lugar“, añade Lagos.
Según datos de la USGS, agencia estadounidense que estudia los fenómenos naturales a nivel global, Chile tiene dos terremotos en el ranking de los diez más grandes en toda la historia. Estos corresponden al ya mencionado de Valdivia, que ocupa el primer lugar, y al del 27 de febrero de 2010 en la región del Bío-Bío, que tiene el sexto lugar.
Ahora, para entender la razón por la que Chile es un país sísmico es necesario comprender su geografía. Nuestro país es de los más proclives a tener terremotos porque se encuentra ubicado en el límite donde la placa tectónica de Nazca choca con la placa Sudamericana. Estas son grandes bloques de superficie que intentan avanzar una por sobre la otra a razón de entre 7 y 8 centímetros por año. La fricción que se produce entre ambas lleva a que se genere presión en las profundidades de la corteza terrestre, por lo que cuando esa presión se libera ocurre un terremoto.
Por otra parte, al ser un país acostumbrado a tener sismos, para los chilenos ha cambiado lo que universalmente se entiende por terremoto. La definición oficial dice que terremoto significa movimiento de tierra, pero culturalmente en Chile se entiende terremoto cuando se producen daños, independientemente de la magnitud que tenga el evento sísmico.
“Si un sismo ha causado daño en alguna parte se habla de un terremoto. Esto no es un término técnico, sino que la ciudadanía ha hecho esta distinción, aunque sea de una magnitud baja. Por ejemplo, en Aysén en 2007, hubo un sismo de magnitud 6,2 en escala de Richter; ese evento produjo un desplazamiento, un derrumbe, una caída de roca, un tsunami con olas de más de seis metros y diez muertos. Entonces, se habla del terremoto de Aysén por el daño que produjo a pesar de que la magnitud fue menor”, comenta Barrientos. A esto, Lagos añade que, si bien técnicamente todo movimiento de suelo es terremoto, culturalmente se juega con otros términos como “sismo de mediana intensidad”, ya que se entiende que un terremoto va asociado a daños.
Asimismo, debido a los daños que producen estos eventos en el país es que se ha avanzado en tecnología en términos de monitorización de sismos. Los principales avances que se tienen actualmente se deben al terremoto del 27 de febrero de 2010, sismo que tuvo una magnitud de 8.8, que duró casi tres minutos, causando 525 muertos, 25 desaparecidos, 800.000 damnificados y un tsunami.
“Después del 27 de febrero aumentó la ampliación del sistema de comunicaciones, además de la operación con centros de alerta temprana en todo el país. En el 2010 no teníamos centros que operaran de noche, en fines de semana, o incluso fuera de los horarios administrativos. Hoy en día tenemos operación 24/7 en todo Chile“, señala el director regional de ONEMI Valparaíso, Mauricio Bustos.
Barrientos añade que ese terremoto produjo un cambio enorme y se avanzó en rapidez y calidad. “Llevó a la instalación de un grupo de estaciones y se pasó de tener unas pocas decenas de instrumentos de calidad moderada, a tener una red moderna con elementos de última generación de estaciones de medición, casi 500 de ellas en todo el país. En este momento, el sistema permite traer la señal de situaciones remotas hasta el centro de análisis, en el cual se ofrecen servicios de 7×24 con información en menos de 5 minutos, ya se sabe dónde ocurre y qué tamaño tiene, eso es importantísimo para poder evaluar rápidamente si los eventos son capaces de producir tsunamis o maremotos”, agrega.
Sumado a lo que mencionan los expertos, luego del 27 de febrero también se implementaron renovaciones en la normativa nacional sobre el diseño sísmico de edificios. Producto de los daños, se aprobó el Decreto Supremo DS61, que modifica los factores de seguridad y los estándares de diseño sísmico. Entre los cambios se incluye una mejor clasificación sísmica del tipo de suelo donde se emplazará la edificación, entendiendo que el mejor comportamiento sísmico se observa en terrenos de afloramiento rocoso, y el mayor daño en terrenos de suelos blandos.
Lagos menciona que efectivamente las características del suelo influyen también en la manera en que percibimos los sismos, por lo que en Chile es necesario tener microzonificaciones sísmicas que permitan construir para convivir con terremotos de forma diferenciada. “No es lo mismo estar en suelos más consolidados, donde la sensación se atenúa, a suelos poco consolidados donde se puede amplificar. También influyen las características de la estructura, de la vivienda que estoy habitando, o el lugar donde me encuentre en ese minuto. La combinación de todo aquello hace que el evento se pueda sentir más o menos intenso”, añade.
¿Es posible predecir un terremoto?
Según información del Centro Sismológico Nacional, no existe ninguna forma de predecir exitosamente la fecha en que se puede producir un terremoto. Sin embargo, los científicos sí están capacitados para enfrentar temas relacionados al peligro y riesgo de terremotos, debido a que la convergencia de placas tectónicas genera terremotos con cierta regularidad y que existen fallas geológicas capaces de generarlos.
Barrientos cree que si bien hoy la predicción de un terremoto con anticipación no es posible, en algunos casos uno podría interpretar con base en ciertos parámetros. “Se puede usar la actividad precursora, que es cuando hay muchos sismos pequeños antes de un evento mayor, pero no se sabe si eso va a terminar efectivamente en terremoto o no y tampoco se puede usar como mecanismo de medición”, agrega.
A esto suma que se debe considerar que “en Chile y en otros países, los terremotos recurren donde ya ha habido terremotos antes, la recurrencia quizás no será igual en magnitud, pero sí en el lugar. La plaza de Nazca se mueve hacia la placa Sudamericana a razón de 6,5 cm cada año y eso se va acumulando por los años que no ocurre un terremoto. Entonces, lo que uno hace es ver hace cuánto tiempo ocurrió el último terremoto, y ese tiempo se puede ocupar para decir que en tal lugar es más probable que ocurra uno“, enfatiza.
“Definitivamente no es posible saber dónde, cuándo, a qué hora o cuál es la magnitud de eventos sísmicos futuros. No podemos negarnos a que eventualmente lo será, pero la gente debe saber que no es posible actualmente“, aclara Bustos.
A esto, agrega que “estadísticamente se puede asegurar que durante el próximo mes vamos a tener sismos en el país, pero no puedo asegurar cuándo serán o cuál será la magnitud“, explica Bustos.
Lagos comenta que cree que en el futuro sí será posible predecir los terremotos. “Lo que sí sabemos es que donde han ocurrido eventos importantes volverán a ocurrir y eso debe calar en la memoria de todos los habitantes del país porque el peligro siempre está latente“, destaca.
WatchDog PAUTA es un proyecto de fact-checking conjunto entre la Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes y PAUTA. Busca tomar temas en la agenda y rastrear su veracidad desde una perspectiva positiva, no inquisitoria.
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