María José Prieto y su relación con el yoga: “Se ha vuelto una filosofía de vida para mí”
En Sintonizad@s, la actriz habló sobre cómo entró al mundo del yoga hasta convertirse en una maestra de esta práctica física y espiritual.
El pasado sábado 9 de marzo, el Gobierno de Santiago organizó un masivo evento de meditación, en el que participaron más de 700 vecinos, contando también con la presencia del gobernador de la región Metropolitana, Claudio Orrego.
Esta convocatoria mostró un interés sin precedentes de los habitantes de la zona santiaguina por el arte del yoga y sus beneficios para el estado físico, mental y espiritual.
Para hablarnos un poco más del tema, en Sintonizad@s, junto a Carolina de Moras, la actriz y actual maestra de yoga, María José Prieto, explicó los beneficios que ofrece el yoga para la salud del cuerpo humano.
“El yoga trata de domesticar tus sentidos, para que tu mente se detenga un rato y comiences a conectarte con tu ser interior, que todos tenemos”, explicó.
María José Prieto y su relación con el yoga: “Se ha vuelto una filosofía de vida para mí”
Junto a lo anterior, María José Prieto agregó que “el yoga es para el cuerpo y para la mente”. Por lo mismo, la actividad permite que quienes la practiquen logren un mejor estado físico, junto a una mayor tranquilidad.
“Más que un deporte, se ha convertido en una filosofía de vida para mí. Porque tiene todo este trasfondo que le da peso, en el que uno se explora desde afuera hacia adentro”, señaló.
La actriz explicó que comenzó a practicar yoga a sus 23 años. En un viaje en el que, quizás no disfrutó mucho de lo que las clases le enseñaron en un principio, pero que, con el paso del tiempo, estas lecciones la transformaron en una maestra profesional del yoga.
“Hace 24 años estoy con el yoga, Cristián (Campos) me impulsó a probar esta disciplina que yo encontraba una lata, tenía muchos prejuicios debido a que nunca he sido muy de la actividad física”, explicó.
Sin embargo, comentó que, una vez en la clase, “descubrí que esta actividad no era para los viejitos. Las mujeres en la clase, mucho mayores que yo, de 40 o 50 tenían mucha más fuerza que la mía, y una vez que salí de clase estaba en un estado de mucha calma. En ese punto, comencé a tomármelo más en serio”.
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