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Pantallas y deficiencias emocionales, los efectos invisibles pero reales en menores de edad

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POR Isidora Fontánez Núñez |

En Sintonizados, el matrimonio de psiquiatras infanto-juvenil compuesto por el doctor Elías Arab y la doctora Katerina Sommer, autores del libro “El cerebro roto y la generación emergente” se refirieron al impacto del uso excesivo de redes sociales o videos cortos en la salud mental de los menores.

En Radio Pauta, los autores de “El cerebro roto y la generación emergente“, aseguraron que “los problemas de salud mental, no son del todo producto de las pantallas, pero sí juegan un rol importante”.

El impacto contraproducente que puede tener el uso excesivo de tecnología en menores de edad, se condice con que en dicho periodo, el cerebro se encuentra en formación, “por lo tanto tiene ciertas áreas que todavía no se han desarrollado o conexiones que no se han hecho” aseguraron los autores.

Por lo mismo, aseguraron que el tiempo en que nuestros hijos pasan conectados, afecta el desarrollo de ciertas áreas específicas del cerebro, produciendo alteraciones que a veces no son 100% reversibles.

Estos problemas en el desarrollo de ciertas áreas del cerebro, en palabras de los psiquiatras, “pueden aumentar o producir cuadros de déficit emocional, alteraciones en la regulación emocional, dificultades para poder empatizar o relacionarse de manera adecuada con las otras personas”.

Por lo mismo, a través de su libro, la pareja buscó concientizar sobre la cantidad de horas que nuestros hijos pasan frente a las pantallas.

En ese sentido, fueron enfáticos en señalar que “no es necesario ser adictos para que exista un daño a nivel cerebral. La adicción es una de las consecuencias que observamos y a veces es como la consecuencia más visible, pero es uno de los daños” aseguraron.

La poca empatía y conexión que los niños tienen con la realidad forman parte de los trastornos que se han generado por el exceso de pantallas, considerando que en promedio, los adolescentes, sobre todo en vacaciones, pasan entre seis a nueve horas frente a ellas.

“O sea, son seis a nueve horas en que dejan de estar en contacto con un otro, con un otro ser vivo, con las mascotas, con los árboles, dejan de apreciar la naturaleza, por lo tanto no construyen un cerebro integrado” aseguró la pareja de psiquiatras.

Por lo mismo, aseguraron que “si de alguna manera vemos una epidemia de problemas de salud mental, deficiencia emocional, depresión, trastornos de la alimentación, no podríamos decir que todo eso es producto de las pantallas, pero sí que juegan un rol importante”.

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